jueves, 4 de noviembre de 2021

Pine

 

Para los que se culpan a sí mismos. Incluso cuando tienen éxito piensan que lo podrían haber

hecho mejor, y nunca se contentan con sus esfuerzos o los resultados. Son muy trabajadores y sufren mucho de las culpas que se atribuyen a sí mismos. A veces si hay algún error es debido a otros, pero se atribuirán la responsabilidad incluso por eso.

Dr. Edward Bach Los Doce Curadores y Otros Remedios

Cuando hablamos de culpa generalmente nos imaginamos a alguien reprochándose a sí mismo las acciones que ha tomado en el pasado, quizá nos venga a la mente la proverbial figura de alguien dándose golpes de pecho para expiar sus pecados y hacer algo de penitencia. Y sí, quizá sea nuestra imagen clásica de la culpa y remordimiento, sin embargo, en nuestra vida cotidiana el sentimiento de culpa y la ansiedad de conciencia tienen una manera muy sutil de hacerse presentes y torturarnos.

Puede ser que no nos demos de latigazos por haber hecho algo malo, pero quizá podamos notar que tenemos la tendencia a ir pidiendo disculpas por todos lados, en el autobús, al entrar a un salón de clases, si tenemos que corregir a alguien, cuando pedimos algo en un restaurante, etc. Esta verborrea de disculpas puede extenderse también a cosas de las que no somos responsables, pero que igual nos viene el impulso de disculparnos.

Quizá también haya habido algún momento de nuestra vida en la cual recibimos algo, un regalo, un ascenso, un cumplido o alguna otra cosa que venga a nosotros y de repente nos asalta una emoción de no sentirnos merecedores de ello. Nos sentimos mal por recibir algo bueno, y no tiene que ver con esperar cosas malas de la vida siempre, no tiene relación con el pesimismo, sino con un sentimiento muy profundo, e imperceptible a veces, de no merecimiento o de tener algo intrínsecamente erróneo. Y así vamos dudando de nuestro valor, y negándole a la vida la oportunidad de proveernos de las cosas que nos nutren y nos dan felicidad.

Hay ocasiones en las que definitivamente hicimos o dijimos algo de lo cual nos arrepentimos y no encontramos paz mental o emocional por ese remordimiento. Aquí también Pine nos da la oportunidad de darnos cuenta de nuestra responsabilidad y nos insta a reparar el daño. La clave de este remedio floral es que nos permite hacernos cargo de aquello de lo cual nos arrepentimos y nos perite tomar responsabilidad sanamente, y solamente de aquello de lo cual verdaderamente somos responsables, dejando de lado todo aquello que no nos compete o sobre lo cual objetivamente no tenemos ni tuvimos control.

Este remedio floral no es referido frecuentemente cuando se hablan de “flores para la autoestima” sin embargo es de vital importancia para aprender a amarnos, respetarnos y vernos objetivamente. Si alguien no se siente merecedor, o piensa que tiene algo malo en su ser, difícilmente podrá sentirse bien consigo mismo, en consecuencia, sus acciones, creencias y pensamientos no reflejarán todo aquello de lo cual es capaz.

La habilidad de hacernos responsables tiene que ver también con la capacidad de aceptar que no todo está bajo nuestro control, y aceptar que también que a nadie le sirve que nos martiricemos por las cosas que hicimos de una manera diferente a como hubiéramos querido. Aún si hemos tenido errores de juicio o de acción, Pine nos da la oportunidad de reflexionar y actuar para que nuestros sentimientos estén alineados con la responsabilidad real que nos corresponde, y así nos da el ánimo a aceptar más del mundo, de crecer y desarrollarnos sin dudar si lo merecemos o no; solamente cuando aceptamos quienes somos sin culpas ni remordimientos es cuando podemos tener un autoconcepto sano, objetivo y que nos permite ser y hacer cosas en nuestra vida de manera funcional y feliz.