martes, 13 de junio de 2017

Emociones, autocuidado y flores de Bach


En la vida siempre tenemos dificultades,  cuando las cosas no van para nada como queremos o cuando pareciera que todo se ve negro en el horizonte porque hemos tratado muchas cosas y ninguna nos resulta. 

Hay diferentes tipos de desánimo, así como hay muchos tipos de personalidad. La psicología y la terapia floral coinciden en tratar a cada persona como un ser único y con su propia constelación de matices y colores, de esta manera nos acercamos más a lo que la persona es y a dónde quiere llegar.


Es muy interesante saber que el Dr. Bach siempre quiso que los remedios florales estuvieran al alcance de todos, que supiéramos que este sistema es sencillo y no reservado a los místicos y conocedores. Se rehusó a que fuera escudriñado por otras teorías porque tratarían de cambiarlo, modificarlo, complicarlo y añadirle cosas desde algo que podría ser pasajero como alguna técnica de moda o un marco teórico que seguramente cambiaría en un tiempo determinado.

Nuestras emociones siguen siendo las mismas desde que tenemos conciencia como humanos, la impaciencia se siente igual hoy que hace 100 años, los detonadores podrán ser distintos, sin embargo la emoción es igual, aquí radica la sencillez y al mismo tiempo la profundidad del sistema floral de Bach.

Y sobre esta misma línea podemos decir que esas emociones siguen estando igual (o tal vez más) en desbalance. Quizá antes nos daba pánico que nos persiguiera un animal salvaje y ahora el pánico es que nuestro jefe se convierta en ese animal salvaje y nos deje sin empleo. Situaciones distintas, mismas emociones.  

Nuestro cerebro es moldeable y podemos entrenarlo para poder reaccionar de manera distinta, podemos ayudarle a manejar estas emociones con flores y con otras técnicas para poder entrar en mejor sintonía con nuestro cuerpo y vivir de manera más harmónica, las flores hacen verdadera magia en este aspecto.

Como decíamos en un principio, el Dr. Bach quería hacerlo sencillo para que este sistema de sanación estuviera al alcance de todos, por lo que es importante poder identificar nuestras emociones y tomar los remedios correspondientes, de esta manera el desbalance no se profundiza y la enfermedad no aparece.

Pero ¿Cómo podemos lograr estar al pendiente de nuestras emociones y vivir nuestra vida?

Sí es posible, en realidad es un desarrollo y compromiso con nosotros mismos de cuidarnos y querernos un poco más de lo que ya lo hacemos. El autocuidado es vital para evitar situaciones de desgaste profesional, emocional y otras cosas no tan agradables.  En esta vía la opción más sencilla es tomarnos el tiempo de ir con un profesional calificado a explorar qué nos quita ese equilibrio, de esta manera tendremos una opinión objetiva, vista no desde la intensidad del problema sino desde alguien que desea ayudar y puede ver cosas que tal ve nosotros no veamos tan bien por estar inmersos en la situación.


 La segunda es desarrollar el hábito de la autobservación, de dejarnos sentir eso que tal vez no nos esté dejando estar en paz, reconocerlo sin luchar mucho contra ello, observarlo como uno examina una situación desde fuera. 

Es importante aprender a no identificarse tanto con esas emociones negativas ya que, como dicen los budistas, nada permanece. Nos es poco útil sumergirnos de lleno en ellas porque tarde que temprano van a desaparecer y transformarse en otra cosa, pero nosotros ya sufrimos en vano si nos dejamos llevar completamente. 

No desvirtuamos las catarsis y muchas veces son útiles, sin embargo permanecer así por mucho tiempo es aprender a hacer algo que no nos sirve de mucho en una situación de crisis. Es más efectivo poder observar, descargar cuando sea necesario y aprender a ver la vida de una manera en que podamos afrontar las dificultades sin armarnos una tormenta en un vaso de agua cada vez que algo sale mal.

Aprendiendo a vernos, a identificar nuestras emociones y reconocer lo que necesitamos desarrollar para equilibrarnos es tenernos el respeto y el amor necesario para seguir adelante con nuestra vida. 

Pequeños gestos de bondad de nosotros para nosotros nos hacen la vida más sencilla, el sufrimiento no es necesario para el aprendizaje como nos han enseñado, basta con entender la lección para moverse a otro lugar en la vida; sin embargo a muchos de nosotros nos cuesta trabajo asimilar algo así, nos han enseñado que todo cuesta trabajo, que sin sufrir no merecemos. Nunca nos enseñan que el mundo es tan vasto y nosotros tan grandes que no tendríamos que sufrir para lograr lo que deseamos.  Tal vez la cuestión principal que tenemos es el de trabajar en nosotros para aprender a recibir todo eso.


Tampoco decimos que no hay que hacer esfuerzo, lo que decimos es que no es lo mismo hacer esfuerzo para conseguir algo que sufrir para conseguirlo. Los pasos a seguir para llegar a la meta no tienen que estar llenos de lágrimas, dolor, ni mucho menos de sacrificio. 

Estas palabras solo traen más de lo mismo: carencia, culpa, remordimiento, con este pensamiento programamos a nuestra mente a traernos más de eso porque no nos estamos saliendo del programa de sufrimiento; para hacer algo distinto necesitamos ir más allá y ver la situación desde un nivel más arriba.

Tomar acciones que nos lleven a lo que deseamos y asumir las decisiones que necesitamos para llegar ahí es algo muy distinto a decir: me estoy sacrificando, me lo tengo que merecer, me lo tengo que ganar.

Pero eso es tema para otro post, si todo es tan sencillo como observarnos y desarrollar lo que nos hace falta, entonces tenemos la llave para poder vivir una vida plena, más digna, más enriquecedora, menos pesada. 

Olvidémonos de las promesas de muchos que nos dicen que todo tiene que ser miel sobre hojuelas también; los que salimos a trabajar, tomamos transporte público y lidiamos con gente grosera sabemos muy bien que los altibajos son parte de la vida, y es más fácil aceptar este hecho que perseguir una felicidad permanente que en realidad nunca llegará; porque el bienestar y la felicidad se construyen, se desarrollan, cambia con el tiempo nuestro concepto de ella, tenemos que entender que no es el destino sino el viaje. Parece sacado de cuadro motivacional de oficina, pero es verdad. Entre más rápido lo aceptemos más pronto dejaremos de perseguir esa felicidad efímera.

¿Y dónde quedan las flores aquí?

Pues en todos y cada uno de estos pasos pueden estar. Teniendo identificadas nuestras emociones podemos comenzar a explorar las flores que las equilibran. 

Siendo siempre sinceros en el camino para también identificar cuando no logramos hacerlo. Así, podemos avanzar más hacia un desarrollo pleno, teniéndonos el amor suficiente para nutrirnos y mantenernos fuertes para nosotros mismos y de esta  manera poder contribuir a nuestro mundo. 

Es importante saber que si nosotros no estamos bien es muy difícil que podamos poner nuestro granito de arena, por eso es indispensable que nos cuidemos, nos procuremos una vida equilibrada y también nos demos chance de estar mal.


En Artius creemos que es tiempo de decir: ¡Basta! Al ímpetu de perfeccionismo y sobre exigencia que muchas veces se nos impone, y que bien puede venir no sólo desde lo negativo sino desde los deseos de ayuda de muchas personas que, sin malas intenciones, nos demandan estados de felicidad cuando no podemos darlos. 

El aceptar las emociones, poder trascenderlas y aprender de ellas es lo que nos hace fuertes, no su represión. Tal vez si nos diéramos chance de cuidarnos el mundo sería distinto, al menos el nuestro cambiaría y poco a poco se vería reflejado en el de los otros. Un mundo a la vez, la vida no nos pide más que eso.