domingo, 3 de julio de 2016

La importancia de tomarse en serio

La importancia de tomarse en serio

Generalmente no pensamos mucho en esos momentos en los que dudamos de nosotros mismos, de nuestras capacidades, de nuestros objetivos, de cómo nos vemos, de lo que queremos. No nos tomamos el tiempo de averiguar más porque; francamente es muchas veces difícil, poco práctico en el mundo de la velocidad voraz del día a día y las demás veces puede resultar simplemente aterrador echarse un clavado y mirar al monstruo de frente (aunque sea nuestro reflejo en el espejo)

Y es que también pareciera que pensar mucho en uno mismo es señal de narcisismo, de egolatría y se ve mal, no está tan padre pensar en uno, en platicar de nosotros, de lo que nos gusta, de lo que hemos logrado, de lo que somos capaces y a veces es mucho mejor comenzar a recalcar nuestros defectos porque damos la apariencia de ser más humildes o más humanos. No podríamos estar más equivocados, porque la humildad no tiene nada que ver con no ser reconocidos ni apreciar lo que somos, sino de saber en dónde estamos parados verdaderamente; desde su origen tiene más que ver con reconocernos y tomar el lugar que nos corresponde pues es son nuestras acciones, o virtudes lo que nos hacen grandes, sin importar de dónde vengamos o qué títulos tenemos, es más una actitud de hacer reverencia cuando es necesario.

¿En dónde cabe el hecho de que observarnos es ególatra? Tal vez en un malentendido de moralidad o en lo que nos han enseñado culturalmente; de cualquier manera, el hecho de pensar en nosotros porque queremos tener una vida mejor, ser mejores personas o simplemente ser más felices es un acto también de compartir, suficiente hacemos con sentirnos bien aun cuando no hagamos algo más, porque simplemente es más fácil tratar con alguien feliz que con alguien enojado, y eso ya es aligerar la carga a mucha gente.

Por esto es importante tomarse en serio, y no en el sentido de volverse casi un santo o tener una sobredosis de autocontrol durante nuestros días, sino en el hecho de saber que tenemos la responsabilidad de ser quienes somos porque nadie más lo hará. Hemos leído infinidad de veces que somos únicos e irrepetibles, parece trillado por tanta repetición y porque es cierto que se ha utilizado con fines tan comerciales que el sentido verdadero se ha perdido. 

No obstante no deja de ser verdad; y si bien podemos creer que entre los más de siete mil millones de habitantes del planeta realmente nadie es indispensable, es diferente a no ser necesario o importante; y si bien somos muchos (demasiados tal vez) la combinación de lugar, tiempo, personalidad, entorno y todos los factores que se conjugan para que una persona pueda ser es realmente única, irrepetible, no podría ser de otra forma porque todo lo que ha hecho esa persona la ha llevado ahí, y todo lo que la ha llevado ahí la ha hecho ser esa persona, inmersa en su mundo, como una manifestación de destinos que se juntaron sin planearse, como una sinfonía de sincronías.

Y dado que nadie puede hacer lo que cada uno de nosotros tiene la capacidad de hacer; tomando en cuenta lo que ya mencionamos sobre ser único e irrepetible; es importante que nos tomemos en serio, que no bromeemos sobre nosotros mismos; y bromear quiere decir tener dudas sobre nuestro potencial, una duda o inseguridad es normal y deseable, pero llevar esta duda al punto de no actuar por miedo a fracasar, es una acto de egoísmo también.

¿A cuántas personas podríamos estar ayudando si nos tomáramos en serio? ¿Seríamos más auténticos, y por ende, más útiles si nos acercáramos a lo que siempre hemos soñado ser?
Dos cuestiones importantes sobre las que vale la pena reflexionar ¿Qué nos está impidiendo tomarnos en serio y tomar partido en lo que sucede a nuestro alrededor? ¿Hay cosas y factores que nos impiden avanzar? ¿Nuestra vulnerabilidad nos está jugando una mala pasada o incluso está amenazando nuestra vida? Hay que tener en cuenta  que estamos inmersos en un sistema con reglas, mandatos (muchos de ellos caducos) y creencias personales que nos pueden estar impidiendo ser quienes somos realmente, y es claro que cambiar no es solo cuestión de voluntad (como muchos piensan erróneamente) es importante saber si una enfermedad, una creencia, un entorno o un pensamiento propio o ajeno nos está truncando nuestros desarrollo. 

Tomarse en serio también incluye ser humilde en reconocer que no podemos con todo, que hay momentos en que la desesperación nos invade y que necesitamos una mano amiga que nos saque, o que nos jale las orejas si el problema somos nosotros.


En fin, los invitamos a confrontar un poco al monstruo del espejo, si nos fijamos un poco más y dejamos de lado el susto inicial, veremos que se parece mucho a nosotros, incluso podremos ver en sus ojos un brillo bastante conocido; y en sus fauces el esbozo de una sonrisa, muy parecida a esa que siempre hemos deseado tener. Escuchando más atentamente tal vez podamos oír sus secretos que nos susurran cosas que nosotros ya sabíamos pero evitábamos. Y quién sabe, tal vez podamos incluso pedirle el favor de que nos muestre cómo llegó hasta ahí, cómo sabe lo que sabe, qué pasó para volverse irreconocible y si nos va bien, incluso podría regalarnos un poco del tesoro que guarda ¡Porque bien sabemos que los monstruos siempre esconden uno!

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