La terapia floral nace de una
necesidad de crear un método de sanación limpio, simple, sin dolor, suave y
efectivo, en el cual se trata a la persona, no a la enfermedad. Su objetivo
principal es equilibrar los estados emocionales que causan aflicción a los
seres humanos y crear consciencia para poder aprender de la experiencia
dolorosa y transformarla en una oportunidad de crecimiento.
Cada flor desarrolla una
virtud específica, equilibra una emoción y trata un tema ya sea situacional o
crónico; esta terapia si bien es simple, resulta muy efectiva para acompañar
procesos terapéuticos y es una terapia en sí misma, promueve el cambio de
conciencia que precede al bienestar emocional.
Es su simplicidad la base de su eficacia, el sueño del Dr. Edward Bach, el genio detrás de esta terapéutica, fue el de crear un sistema de sanación que estuviera al alcance de todos, como bien lo indica su libro “Cúrese usted mismo”.
Es su simplicidad la base de su eficacia, el sueño del Dr. Edward Bach, el genio detrás de esta terapéutica, fue el de crear un sistema de sanación que estuviera al alcance de todos, como bien lo indica su libro “Cúrese usted mismo”.
Es posible que muchas veces en
terapia haya momentos en los cuales se necesita un empujón, un ánimo a seguir
adelante; las flores de los diferentes sistemas existentes trabajan en estas
áreas ayudando al paciente a permitirse ir más allá y poder completar el
trabajo a realizar.
Es una terapia complementaria que, si bien ha sido muchas veces malinterpretada para sanar malestares físicos, trata de balancear y crear una conexión de la personalidad (la máscara que ponemos frente al mundo) con el alma para poder así sintonizar el cuerpo mismo; desde la perspectiva de la terapia floral siempre ha de tratarse al enfermo, no a la enfermedad, ya que para la filosofía del Dr. Edward Bach, la enfermedad física viene de esta falta de escucha de la personalidad a los mensajes más profundos del alma, la parte sabia que se encuentra en cada uno de nosotros.
Logrando esta conexión se puede tener mayor concientización sobre la situación actual y sobre el aprendizaje de la enfermedad, del descontento, enmarcando no sólo el sufrimiento en su justa dimensión sino también transformándolo en fuente de saber; el lograr una conexión viva, más clara y duradera con nosotros mismos nos permite avanzar hacia donde el alma, la conciencia (o como quiera llamarle cada uno) realmente desea ir, a poder seguir el camino que toca en ese instante de la vida en donde se presenta el desbalance.
Es una terapia complementaria que, si bien ha sido muchas veces malinterpretada para sanar malestares físicos, trata de balancear y crear una conexión de la personalidad (la máscara que ponemos frente al mundo) con el alma para poder así sintonizar el cuerpo mismo; desde la perspectiva de la terapia floral siempre ha de tratarse al enfermo, no a la enfermedad, ya que para la filosofía del Dr. Edward Bach, la enfermedad física viene de esta falta de escucha de la personalidad a los mensajes más profundos del alma, la parte sabia que se encuentra en cada uno de nosotros.
Logrando esta conexión se puede tener mayor concientización sobre la situación actual y sobre el aprendizaje de la enfermedad, del descontento, enmarcando no sólo el sufrimiento en su justa dimensión sino también transformándolo en fuente de saber; el lograr una conexión viva, más clara y duradera con nosotros mismos nos permite avanzar hacia donde el alma, la conciencia (o como quiera llamarle cada uno) realmente desea ir, a poder seguir el camino que toca en ese instante de la vida en donde se presenta el desbalance.
Es importante diferenciar la
terapia floral de los procesos terapéuticos en psicología; en primera instancia
porque el Dr. Bach quería evitar crear un sistema complejo o con términos
abstractos que no se pudiera entender fácilmente o que tuviera un lenguaje técnico
inaccesible o solamente comprensible por los especialistas; además de que creía
que el lenguaje de las emociones es muy variado y los términos médicos y
psicológicos son utilizados de forma ambigua, por lo que propuso que es mejor acercarse a la persona sin crear
todo un embrollo de tecnicismos y escuchar realmente al ser humano que se tiene
en frente, con toda su sencillez, para reconocer sus emociones más básicas como
el miedo, la incertidumbre, el desánimo, el desinterés etc. De esta manera nos
podemos centrar en lo que realmente necesita la persona y no en lo que modelos,
muchas veces cambiantes de tiempo en tiempo, dicen que necesitan.
Ahora bien, la psicología nos
da herramientas excelentes para poder crear esta conexión y para entenderla
desde un marco más estructurado y científico, no obstante las flores de Bach no
son un tratamiento psicológico sino que tienen su propia forma de terapéutica y
son catalizadores de las terapias y otros procesos así como una terapia en sí
misma. Juntar las dos en un solo proceso da resultados extraordinarios ya que
el cambio, la toma de conciencia y el descubrimiento es más profundo, más
duradero y muchas de las veces sirve como impronta de un antes y un después en
la vida de nuestros pacientes.
Cuando se toman esencias
florales hay siempre movimiento de emociones, pensamientos y sentires que
incluso pueden, a veces, impactar al cuerpo físico.
Esto no debe causar miedo sino esperanza en que el cuerpo emocional está siendo movido hacia una dirección más clara y limpiado desde sus raíces, es posible que se experimenten pequeñas crisis o agravaciones temporales y esto es bueno, la crisis significa cambio inminente y bien manejada puede elevarnos hacia nuestro objetivo deseado.
Lo más fundamental en terapia floral es el darse cuenta y el aprender, a través de estos movimientos podemos ir poco a poco descubriendo lo que nos ha llevado hasta ese momento particular de nuestra vida, qué es lo que hay que desarrollar y nos da el impulso para poder sacar a la luz lo que realmente es, lo que se necesita cambiar y hacerlo, no solo intentarlo o momentáneamente sentirse bien.
Esto no debe causar miedo sino esperanza en que el cuerpo emocional está siendo movido hacia una dirección más clara y limpiado desde sus raíces, es posible que se experimenten pequeñas crisis o agravaciones temporales y esto es bueno, la crisis significa cambio inminente y bien manejada puede elevarnos hacia nuestro objetivo deseado.
Lo más fundamental en terapia floral es el darse cuenta y el aprender, a través de estos movimientos podemos ir poco a poco descubriendo lo que nos ha llevado hasta ese momento particular de nuestra vida, qué es lo que hay que desarrollar y nos da el impulso para poder sacar a la luz lo que realmente es, lo que se necesita cambiar y hacerlo, no solo intentarlo o momentáneamente sentirse bien.
No en vano las flores han sido desde tiempos inmemoriales fuente
de inspiración, de mensajes, de significados. Han sido sinónimo de tesoros, de
cantos, de representaciones divinas, las esencias florales son precisamente
eso, un regalo de la naturaleza para poder revelar y sacar a la luz nuestros
propios recursos, nuestros dones, desarrollar las virtudes que nos hacen falta
y poder así acercarnos a la mejor versión de nosotros mismos, aceptando e
integrando incluso las partes que no nos agradan tanto, dándoles la justa
medida y tomando la responsabilidad de lo que nos ha traído nuestro actuar y
nuestro sentir.
En este sentido la terapia floral también es una fuente de
poder personal, gota a gota nuestra conciencia se amplia para dar cabida a
nuevos conceptos de mundo, a nuevas perspectivas de ser y nuevos significados.
Como una flor que se abre, que nace y que revela la belleza de su interior, así
nuestro ser se expande y se vuelve cada vez más auténtico, libre del
significado de carga del mundo, se transforma como las estaciones para comenzar
un nuevo ciclo, el ser que cada uno de nosotros lleva dentro puede realizar su
cometido: ser.
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