En la vida siempre tenemos dificultades, cuando las cosas no van para nada como
queremos o cuando pareciera que todo se ve negro en el horizonte porque hemos
tratado muchas cosas y ninguna nos resulta.
Hay diferentes tipos de desánimo,
así como hay muchos tipos de personalidad. La psicología y la terapia floral
coinciden en tratar a cada persona como un ser único y con su propia
constelación de matices y colores, de esta manera nos acercamos más a lo que la
persona es y a dónde quiere llegar.
Nuestras emociones siguen siendo las mismas desde que
tenemos conciencia como humanos, la impaciencia se siente igual hoy que hace
100 años, los detonadores podrán ser distintos, sin embargo la emoción es
igual, aquí radica la sencillez y al mismo tiempo la profundidad del sistema
floral de Bach.
Y sobre esta misma línea podemos decir que esas emociones
siguen estando igual (o tal vez más) en desbalance. Quizá antes nos daba pánico
que nos persiguiera un animal salvaje y ahora el pánico es que nuestro jefe se
convierta en ese animal salvaje y nos deje sin empleo. Situaciones distintas,
mismas emociones.
Nuestro cerebro es
moldeable y podemos entrenarlo para poder reaccionar de manera distinta,
podemos ayudarle a manejar estas emociones con flores y con otras técnicas para
poder entrar en mejor sintonía con nuestro cuerpo y vivir de manera más
harmónica, las flores hacen verdadera magia en este aspecto.
Como decíamos en un principio, el Dr. Bach quería hacerlo
sencillo para que este sistema de sanación estuviera al alcance de todos, por
lo que es importante poder identificar nuestras emociones y tomar los
remedios correspondientes, de esta manera el desbalance no se profundiza y la
enfermedad no aparece.
Pero ¿Cómo podemos lograr estar al pendiente de nuestras
emociones y vivir nuestra vida?
Sí es posible, en realidad es un desarrollo y compromiso con
nosotros mismos de cuidarnos y querernos un poco más de lo que ya lo hacemos.
El autocuidado es vital para evitar situaciones de desgaste profesional,
emocional y otras cosas no tan agradables. En esta vía la opción más
sencilla es tomarnos el tiempo de ir con un profesional calificado a explorar
qué nos quita ese equilibrio, de esta manera tendremos una opinión objetiva,
vista no desde la intensidad del problema sino desde alguien que desea ayudar y
puede ver cosas que tal ve nosotros no veamos tan bien por estar inmersos en la
situación.
Es importante aprender a no identificarse tanto con esas emociones
negativas ya que, como dicen los budistas, nada permanece. Nos es poco útil
sumergirnos de lleno en ellas porque tarde que temprano van a desaparecer y
transformarse en otra cosa, pero nosotros ya sufrimos en vano si nos dejamos
llevar completamente.
No desvirtuamos las catarsis y muchas veces son útiles,
sin embargo permanecer así por mucho tiempo es aprender a hacer algo que no nos
sirve de mucho en una situación de crisis. Es más efectivo poder observar,
descargar cuando sea necesario y aprender a ver la vida de una manera en que
podamos afrontar las dificultades sin armarnos una tormenta en un vaso de agua cada
vez que algo sale mal.
Aprendiendo a vernos, a identificar nuestras emociones y
reconocer lo que necesitamos desarrollar para equilibrarnos es tenernos el
respeto y el amor necesario para seguir adelante con nuestra vida.
Pequeños
gestos de bondad de nosotros para nosotros nos hacen la vida más sencilla, el
sufrimiento no es necesario para el aprendizaje como nos han enseñado, basta
con entender la lección para moverse a otro lugar en la vida; sin embargo a
muchos de nosotros nos cuesta trabajo asimilar algo así, nos han enseñado que
todo cuesta trabajo, que sin sufrir no merecemos. Nunca nos enseñan que el
mundo es tan vasto y nosotros tan grandes que no tendríamos que sufrir para
lograr lo que deseamos. Tal vez la
cuestión principal que tenemos es el de trabajar en nosotros para aprender a
recibir todo eso.
Tampoco decimos que no hay que hacer esfuerzo, lo que
decimos es que no es lo mismo hacer esfuerzo para conseguir algo que sufrir
para conseguirlo. Los pasos a seguir para llegar a la meta no tienen que estar
llenos de lágrimas, dolor, ni mucho menos de sacrificio.
Estas palabras solo
traen más de lo mismo: carencia, culpa, remordimiento, con este pensamiento
programamos a nuestra mente a traernos más de eso porque no nos estamos saliendo
del programa de sufrimiento; para hacer algo distinto necesitamos ir más allá y
ver la situación desde un nivel más arriba.
Tomar acciones que nos lleven a lo que deseamos y asumir las decisiones que necesitamos para llegar ahí es algo muy distinto a decir: me
estoy sacrificando, me lo tengo que merecer, me lo tengo que ganar.
Pero eso es tema para otro post, si todo es tan sencillo
como observarnos y desarrollar lo que nos hace falta, entonces tenemos la llave
para poder vivir una vida plena, más digna, más enriquecedora, menos pesada.
Olvidémonos de las promesas de muchos que nos dicen que todo tiene que ser miel
sobre hojuelas también; los que salimos a trabajar, tomamos transporte público
y lidiamos con gente grosera sabemos muy bien que los altibajos son parte de la
vida, y es más fácil aceptar este hecho que perseguir una felicidad permanente
que en realidad nunca llegará; porque el bienestar y la felicidad se
construyen, se desarrollan, cambia con el tiempo nuestro concepto de ella,
tenemos que entender que no es el destino sino el viaje. Parece sacado de cuadro
motivacional de oficina, pero es verdad. Entre más rápido lo aceptemos más
pronto dejaremos de perseguir esa felicidad efímera.
¿Y dónde quedan las flores aquí?
Pues en todos y cada uno de estos pasos pueden estar.
Teniendo identificadas nuestras emociones podemos comenzar a explorar las
flores que las equilibran.
Siendo siempre sinceros en el camino para también
identificar cuando no logramos hacerlo. Así, podemos avanzar más hacia un
desarrollo pleno, teniéndonos el amor suficiente para nutrirnos y mantenernos
fuertes para nosotros mismos y de esta
manera poder contribuir a nuestro mundo.
Es importante saber que si
nosotros no estamos bien es muy difícil que podamos poner nuestro granito de
arena, por eso es indispensable que nos cuidemos, nos procuremos una vida
equilibrada y también nos demos chance de estar mal.
En Artius creemos que es tiempo de decir: ¡Basta! Al ímpetu
de perfeccionismo y sobre exigencia que muchas veces se nos impone, y que bien
puede venir no sólo desde lo negativo sino desde los deseos de ayuda de muchas
personas que, sin malas intenciones, nos demandan estados de felicidad cuando
no podemos darlos.
El aceptar las emociones, poder trascenderlas y aprender de
ellas es lo que nos hace fuertes, no su represión. Tal vez si nos diéramos
chance de cuidarnos el mundo sería distinto, al menos el nuestro cambiaría y
poco a poco se vería reflejado en el de los otros. Un mundo a la vez, la vida
no nos pide más que eso.
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