La mayoría de las veces, por no decir siempre, vivimos con un guion predeterminado, inconsciente casi siempre, no prestamos mucha atención a ello. Y no tendríamos por qué si todo funciona bien, si somos “funcionales”, tal vez tengamos un buen trabajo, aprovechemos oportunidades sin dudarlo mucho o tengamos un buen sentido de amor propio. Aquí no hay mucha razón para cuestionarse ni el guion, ni el privilegio, ni la carencia o cualquier otra cosa digna de reflexión.
Pero cuando nos damos cuenta
de que la vida que llevamos no es la que deseamos es cuando comenzamos a pensar
y a divagar sobre qué está pasando. Muchos nos quedamos ahí nomás, solo medio
pensamos y nos hacemos los fuertes, ponemos una sonrisa y pensamos que con una
buena actitud todo se resolverá. La actitud es un buen elemento, es útil y
soluciona algunas cosas, pero no deja de sonarnos a “actuar” y en esta situación
en específico tiene más connotación teatral que el “actuar” de nuestro proceder
en la vida cotidiana.
Más de una vez hemos visto a
esas personas que, en efecto, tienen actitud. Pero no es una actitud actuada,
valga la redundancia, sino que pareciera que son como un soplo de aire fresco
en una ciudad llena del smog del performance. Como verdaderos diamantes en medio
de un mundo de zircones
¿Serán acaso ángeles caídos
del cielo? ¿Seres de otra dimensión tocados por algún rayo paranormal que los hace
distinguirse de entre todos los demás mortales? Difícilmente, es probable que
solamente se sientan bien y estén a gusto con ellos mismos, que vivan la vida
que quieren y no la que deben y que hayan tenido, tal vez, oportunidad de
trabajar sobre ellos mismos, un privilegio que, cabe subrayar, no todos
tenemos.
Así, la cuestión deviene
interesante en el sentido de que muy probablemente (aún entre los más
autodestructivos de nosotros) haya una parte que quiera vivir bien; sin tener
ese objetivo de la dicha y felicidad continua y reverberante que parece más un
afán de aquellos que, sabiéndose infelices, prefieren gritar y ahogar su llanto
con la risa, que sus lágrimas se confundan con aquellas de la alegría y que a
simple vista tienen la misma forma y textura, pero que químicamente tiene una
composición diferente; es así como podemos afirmar que aunque la forma parezca
la misma, la persona al final terminará dando frutos de lo que es realmente o
de lo que ha trabajado sobre si misma.
Si alguien es un manzano,
pero pretende ser otra cosa, al final del día terminará dando manzanas.
Pero ¿Y si genuinamente
hemos sido manzanos toda la vida pero algo dentro de nosotros desea ser otra
cosa? O tal vez nos dijeron que éramos manzanos, o nos pusieron manzanas en las
manos desde que fuimos pequeños y terminamos creyéndolo, pero curiosamente, las
peras o las uvas nos salen más naturales. Entonces, tal vez ese guion del que
hablábamos esté haciendo de las suyas con nosotros y nos esté escribiendo en
lugar de nosotros a él.
Es un poco imposible decir
que nosotros terminaremos escribiendo toda la historia porque mucho de nuestro entramado
mental y emocional es inaccesible conscientemente y nos tardaríamos mucho
tiempo en lograr acceder a él para cambiarlo y empezar una vida completamente
nueva. El gasto de energía, tiempo, dinero, esfuerzo para hacer eso es
considerable (no imposible) pero definitivamente muchos de nosotros no
podríamos hacerlo, porque mientras que desenmarañamos la vida, ella continúa
tejiéndose y avanzando, inexorable e inevitablemente.
Tenemos que vivir, quizá más
conscientemente, pero vivir es nuestra tarea principal. Muchas veces cambiando
la iluminación del teatro la obra parece distinta, aunque sea la misma obra;
incluso podríamos argumentar que la misma obra al tener características y
estructuras distintas ya no puede ser la misma, y es verdad, es un juego de
percepción y significados. La realidad se da afuera, pero también se da
adentro, y la mayoría de las veces pesan igual. Así que más vale que cuidemos
la realidad interna, si no queremos que sabotee la exterior.
¿Y qué tienen que ver las
esencia florales con todo esto?
Mucho, aunque Bach nunca nos
habló de inconsciente, ni de realidad, ni de manzanos (¡solo el silvestre!) sí
nos habló de acercarnos a nuestras emociones para poder acortar la separación
entre personalidad y alma, de esta manera podríamos ser quienes deseamos ser. Y
es curioso que muchas de nuestras reacciones automáticas, que guían nuestros
comportamientos y pensamientos, tengan que ver con la emoción.
Las creencias instaladas
generalmente pueden hacerse conscientes cuando se traducen desde la percepción
de ellas hacia un enunciado, utilizando el lenguaje que esté a nuestro alcance.
Podemos confiar en el enunciado si es una fiel representación de nuestra
percepción de la creencia, pero al ser traducción, siempre quedará una parte de
la esencia de esa percepción fuera de ella, pero no de la emoción, que está más
ligada a un proceso visceral; y que si bien la nombramos, podemos identificarla
como más genuinamente de nosotros al ser algo tan automático y no interrumpido
(y hasta corrompido algunas veces) por el lenguaje.
Emociones, contexto,
historia, interpretación sobre todas las anteriores. Eso utilizamos para poder
sugerir remedios florales. Las creencias rara vez representan la realidad
objetivamente, por eso son creencias y no son aplicables universalmente.
Lo que sí tienen es un peso
enorme sobre cómo vivimos la realidad (y empero, nosotros la vivimos y no a la
inversa) los remedios florales tienen una acción directa sobre los estados
emocionales, esos estados son los que dan el tono sobre el cual la sinfonía de
la experiencia se construye, la gran obra de la vida tiene una paleta de
colores, una escala de tonalidades, acordes, sinónimos, retículas. Sobre ellas
edificamos, cuando las cambiamos, la obra cambia, la percepción cambia y la
creencia, poco a poco, cambia también. Pues no son las cosas en sí las que nos
atañen, sino las ideas sobre las cosas, y en muchas ocasiones las ideas que
tenemos sobre las ideas de las cosas.
Pero no hay que temer a los
remedios florales, el Dr. Bach sabía que gente como nosotros se iba a meter en
todos estos laberintos mentales sin fin, y descubrió un sistema lo bastante
sencillo para evitar las trampas del lenguaje, de la historia, del contexto y
de la interpretación. Tomó como ejemplo a la naturaleza, compleja e
infinitamente magistral en su gestión y creación pero sorprendentemente
sencilla y tácita para manifestarse en la cotidianidad.
Si vamos a cambiar las
creencias vayamos a lo automático, lo más cercano a nosotros: las emociones. Así,
una persona que no tiene confianza en sus capacidades o no se siente a la
altura de los demás podrá tomar Larch que le ayudará a desarrollar esas
cualidades.
Para una persona que no
siente que sea suficiente no importa cuánto se esfuerce y aun así no se sienta
merecedor del éxito cuando llega, podrá tomar Pine que le permitirá sentirse
bien con estar bien, sin tener que exigirse de más para alcanzar algo que por
definición siempre será inalcanzable.
Supongamos que hay alguien
que cree que tiene que ayudar a los otros siempre, pero se le dificulta poner
los límites necesarios para hacerse cargo de su vida también. Centaury podría ayudarle
a conservar su altruismo sin convertirse en el esclavo de los otros.
Importante es poder vivirlo,
no sólo exponerlo teóricamente, las dificultades o disfrutes vienen de la
experiencia misma y no de las nubes de la teoría. Si bien podemos regocijarnos
en nuestro propio genio por tener esas ideas, siempre tenemos que experimentar
para saber, no es lo mismo hablar de Centaury que vivir un estado emocional
Centaury.
Cuando podemos juntar lo que
vivimos con lo que pensamos entonces podemos darle a nuestro cerebro un camino
más qué escoger en una situación dada, aquí es cuando nuestro abanico de
posibilidades se abre y descubrimos que no sólo hay una posibilidad de vida,
sino muchas, y que el camino nunca será recto. Los remedios florales nos
permiten accesar y equilibrar estos estados emocionales para que nuestro mapa
nos muestre más caminos posibles y no seamos limitados por nuestras respuestas
automáticas, muchas de las veces inconscientes, que nos traen dando vueltas en
círculo una y otra vez.
Las creencias se dan en
sistemas, retroalimentándose unas a otras y a veces hasta contradiciéndose
(causando bastante malestar en estas situaciones, cabe mencionar) están
interconectadas. Una manera bastante sencilla de poder detectar cuando tenemos
creencias en conflicto es el comenzar a observar nuestros pensamientos o
acciones automáticos, esas reacciones o racionalizaciones que tenemos sin
darnos cuenta y que se dan por sentado. Cuando nos podemos cachar pensando o
actuando de determinada manera y empezamos a deshilar nuestras razones podemos
ir llegando a las creencias centrales y entonces comenzar a ver cuáles son las
que deseamos mantener y cuales ya no nos siguen siendo útiles.
Muchos estados florales
pueden ser pasajeros o tener una raíz más profunda y estar bloqueando nuestro
desarrollo y alimentando creencias que no nos sirven más. Supongamos que hay
una persona que ha vivido muchas situaciones difíciles y por lo mismo pierde la
esperanza en que las cosas pueden ser diferentes, ya no intenta siquiera hacer
algo distinto a lo que siempre ha hecho o lo hace solo para que los demás le
dejen en paz. Dos remedios florales le podrían ayudar a recuperarse de los
shocks emocionales (Star of Bethlehem) y a recobrar la esperanza y certeza
(Gorse) de que se puede salir de su situación e intentarlo de nuevo.
Cuando estas emociones se
alinean entonces podemos confrontar nuestra creencia anterior con la realidad
de nuestro nuevo estado emocional. Experiencia sobre teoría, realidad y prueba
sobre especulación. No olvidemos que nuestro estado emocional construye o
destruye, pensar bien y sentirse bien es vivir bien e interpretar bien. O al
menos de manera agradable.
El tener equilibrio
emocional nos permite poder reaccionar mejor ante las situaciones de nuestra
vida y tener un panorama más amplio y limpio de lo que somos, lo que hacemos y
lo que creemos. El sufrimiento prolongado es innecesario, no hay razón para
seguir viviendo de esa manera simplemente por tradición o por terquedad.
Muchas veces puede resultar
un desafío el cuestionarse los mapas con los que hemos navegado durante nuestra
vida, pero si no lo hacemos seguiremos llegando a los mismos lugares una y otra
vez.
¿Qué pasaría si el mapa que
tenemos en nuestras manos tiene otra hoja donde continúa y no nos habíamos dado
cuenta? Definitivamente nos gustaría explorar las nuevas posibilidades y los
nuevos sitios a donde nos podría llevar, O quizá preferiríamos con plena
consciencia quedarnos en esa área porque no nos agrada la otra parte. La situación
aquí es tener el conocimiento para poder tomar la decisión con pleno derecho y
consciencia y no que el mapa determine nuestra vida solo porque no conocíamos
la otra parte.
Las esencias florales son
catalizadores, nos ayudan a revelar las otras partes del mapa que no habíamos
visto y nos permiten sentirnos bien para actuar en consecuencia de lo que
realmente deseamos para nosotros mismos, de esta manera podemos acercarnos a
nuestra verdad y vivir de manera congruente y en paz con los que somos y
hacemos, dejando atrás viejos conceptos sobre nuestra identidad y el mundo.